Salida de baile de máscaras de José García Ramos, cuadro que se expone en el Museo Carmen Thyssen de Málaga
Buenos días, noches o tardes, aburridas o repetitivas... según para quién o quiénes...
No sé si será verdad, pero siempre he creído o pensado que lo que es igual a lo mismo es "eternamente aburrido".
Lo cierto es que, para llegar a esta afirmación, no me quebré los sesos, ni el sexo.
Hoy, hablaba con un amigo y veo que, después de cincuenta años, sigue siendo lo mismo de torpe o crédulo. Y me parece un poco de gilipollas que, tras décadas de convivencia con una mujer, no aprendiera que hay trucos para hacer lo que se quiere sin que quien está junto a ti, o sea, tú, te des cuenta, ¡Joder! Y ahora con los medios que existen, que Pepa es Pepe, Luisa, Luis y aquel o aquella que te interesa pasa a ser tu prima, primo, sobrino o la "Peña los cuidadores de caracoles descalzos".
¡Ay, amigo! Te quedaste en los años sesenta, bueno, te voy a regalar diez años más, los setenta, pero si lees esto espero que te valga para aprender que los Reyes Magos no existen, los niños no vienen de París y que a cierta edad te tienes que dar cuenta de que todas las mentiras son "tan ciertas como tú creas o quieras creer que son verdades". Amigo mío, ya no existe esa sinceridad que conociste hace lustros. Así que apaga tu móvil y "vámonos" por esos caminos donde el Sol es el Sol, la Luna sale en la noche y un amanecer es una realidad. Que el frío o el calor lo sientes en tu piel sin necesidad de que tu teléfono te lo diga. Que quien te quiera te lo diga mirándote a los ojos, que el día que te marches se hayan cumplido tus deseos que desde niño soñaste. El resto es ABSURDO.
Buen y bonito día, semana, mes, año... y lo que reste,
Gracias, Cielo, por comprenderme desde que te conocí. Pero es cierto que nada es eterno.
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